Hace rato que vengo notando que la gente no entiende la
importancia del dinero. Sí, leyeron bien: IMPORTANCIA dije. Si a alguno no le
gusta el “sucio” dinero, puede dármelo, total, después de tocarlo me lavo las
manos, ja, ja, ja.
Ahora, más en serio. Lo principal sería entender que en un
mundo que se maneja en base al dinero, despreciarlo es
una actitud tonta. Uno termina faltándose el respeto a uno mismo y a los suyos,
inclusive. Porque necesitamos satisfacer nuestras necesidades básicas, pero si despreciamos
al dinero...
Lo que en realidad condenamos es EL MAL USO QUE SE LE DA.
¿Se imaginan si todos los que lo tuvieran fuesen solidarios? Ah no, en ese
caso, no existiría, para qué...
Antes de seguir, aclaro que no me parece que el dinero (los papelitos
de colores) sea lo más práctico. Tampoco los plásticos con muchos números
(tarjetas de crédito) o esos papeles que vienen de a 50 (cheques). Pero la idea
sería entender, realmente, que el dinero es como un PREMIO AL ESFUERZO. Ya sé que
habrá mil objeciones acerca de esto, argumentando que hay gente que gana dinero
“sin esfuerzo”, pero no me refiero a esfuerzo desde el punto de vista de la
religión oficial argentina y de otros tantos países, que da a entender que hay
que esforzarse (= sufrir, martirizarse) para agradar a Dios (¿vio? Que suerte
tienen los ateos, que no le rinden cuentas a nadie...) sino a hacer alguna
actividad para recibir la paga. Lógicamente que hay quienes lo ganan
honestamente y quienes no, pero ese es otro tema.
Volviendo a lo que había puesto al principio, al referirme a
la “importancia” del dinero, estoy diciendo algo así como reconocer “quien
manda”. Si en la empresa está el gerente, el es la persona de más alto cargo.
Pero si viene el presi, serán sus órdenes las que vamos a acatar finalmente;
por eso estaría bueno conocerlo personalmente, para saber quien es el de rango mayor. Con el dinero, lo mismo; es necesario para adquirir productos,
servicios, etc., o sea, es “el que manda”. Pero, al igual que en los otros casos, no nos olvidemos de que eso no significa que nos tenga que esclavizar.
En referencia a lo que puse sobre el dinero como premio al esfuerzo, debo decir que no
muchos opinan así en cuanto a lo espiritual: creen que este conocimiento debe
ser regalado. Además, tal vez la mayoría no entienda qué es lo verdaderamente
espiritual, qué es el trabajo interno. Se suele creer que todo tiene que ser
“buena onda”, todos bechitos y abrachitos y alabar al otro para generar lindo
clima. Un poco está bien, pero en exceso es solo tratar de agradar a los demás agrandándoles su ego. El trabajo interno es lo contrario: encontrarse los defectos para
ir mejorándolos (así tenemos mejores defectos; no, me refiero a mejorar las actitudes que son nuestros defectos)... Por cierto, mucho ojo con “señalarle” los defectos a los demás. Es
cierto que, en algunas ocasiones, las personas nos piden opinión sobre ellas
mismas, de manera implícita o explícita, y ahí es otra cosa. Pero andar por la
vida con el dedo acusador no es lo recomendable, más teniendo en cuenta que uno
mismo tiene los defectos que les señala a los demás... Después, viene una parte
más linda del trabajo interno: ver las virtudes de uno mismo y ver cuanto hemos crecido como seres humanos.
Pero a lo que quería ir es que a lo espiritual no se lo
valora. Tal vez, haya pequeños cursos que presente alguna persona desconocida,
o conocida de un amigo, acerca de determinados temas. ¿Uds. creen que se lo va a
valorar debidamente? Les puedo asegurar que muy raramente se reconozca el
conocimiento que pueda transmitir quien da esos cursos. Y si es principiante,
mucho menos. Pero si viene algún “maestro” espiritual al país y ofrece un curso
de solo 2 días, a la módica suma de
US$2499, ni hablar que los devotos o fanáticos lo juntan como sea...
aunque se presente solo pura teoría y no tengan posibilidad de hacer muchas preguntas
ni de tener una asistencia personalizada.
Retomando (y ya finalizando) el tema del dinero, hay otras
personas que se creen que por ser amigos o familiares, no tienen por qué
devolver, en tiempo y forma, el dinero que le prestaron. A menos que entre ellos acordaran que se puede devolver en cómodas cuotas, a veces, del monto de lo que
el otro pueda. Pero lo importante es la ACTITUD de quien recibió el “préstamo”: ir de
frente y cumplir con lo pactado; que el conocido que le prestó no tenga que
andar atrás de el preguntándole si tiene algo para darle o sacar el tema
indirectamente.
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