lunes, 3 de septiembre de 2012

El problema del dinero


Hace rato que vengo notando que la gente no entiende la importancia del dinero. Sí, leyeron bien: IMPORTANCIA dije. Si a alguno no le gusta el “sucio” dinero, puede dármelo, total, después de tocarlo me lavo las manos, ja, ja, ja.

Ahora, más en serio. Lo principal sería entender que en un mundo que se maneja en base al dinero, despreciarlo es una actitud tonta. Uno termina faltándose el respeto a uno mismo y a los suyos, inclusive. Porque necesitamos satisfacer nuestras necesidades básicas, pero si despreciamos al dinero...
Lo que en realidad condenamos es EL MAL USO QUE SE LE DA. ¿Se imaginan si todos los que lo tuvieran fuesen solidarios? Ah no, en ese caso, no existiría, para qué...

Antes de seguir, aclaro que no me parece que el dinero (los papelitos de colores) sea lo más práctico. Tampoco los plásticos con muchos números (tarjetas de crédito) o esos papeles que vienen de a 50 (cheques). Pero la idea sería entender, realmente, que el dinero es como un PREMIO AL ESFUERZO. Ya sé que habrá mil objeciones acerca de esto, argumentando que hay gente que gana dinero “sin esfuerzo”, pero no me refiero a esfuerzo desde el punto de vista de la religión oficial argentina y de otros tantos países, que da a entender que hay que esforzarse (= sufrir, martirizarse) para agradar a Dios (¿vio? Que suerte tienen los ateos, que no le rinden cuentas a nadie...) sino a hacer alguna actividad para recibir la paga. Lógicamente que hay quienes lo ganan honestamente y quienes no, pero ese es otro tema.

Volviendo a lo que había puesto al principio, al referirme a la “importancia” del dinero, estoy diciendo algo así como reconocer “quien manda”. Si en la empresa está el gerente, el es la persona de más alto cargo. Pero si viene el presi, serán sus órdenes las que vamos a acatar finalmente; por eso estaría bueno conocerlo personalmente, para saber quien es el de rango mayor. Con el dinero, lo mismo; es necesario para adquirir productos, servicios, etc., o sea, es “el que manda”. Pero, al igual que en los otros casos, no nos olvidemos de que eso no significa que nos tenga que esclavizar.

En referencia a lo que puse sobre el dinero como premio al esfuerzo, debo decir que no muchos opinan así en cuanto a lo espiritual: creen que este conocimiento debe ser regalado. Además, tal vez la mayoría no entienda qué es lo verdaderamente espiritual, qué es el trabajo interno. Se suele creer que todo tiene que ser “buena onda”, todos bechitos y abrachitos y alabar al otro para generar lindo clima. Un poco está bien, pero en exceso es solo tratar de agradar a  los demás agrandándoles su ego. El trabajo interno es lo contrario: encontrarse los defectos para ir mejorándolos (así tenemos mejores defectos; no, me refiero a mejorar las actitudes que son nuestros defectos)... Por cierto, mucho ojo con “señalarle” los defectos a los demás. Es cierto que, en algunas ocasiones, las personas nos piden opinión sobre ellas mismas, de manera implícita o explícita, y ahí es otra cosa. Pero andar por la vida con el dedo acusador no es lo recomendable, más teniendo en cuenta que uno mismo tiene los defectos que les señala a los demás... Después, viene una parte más linda del trabajo interno: ver las virtudes de uno mismo y ver cuanto hemos crecido como seres humanos.
Pero a lo que quería ir es que a lo espiritual no se lo valora. Tal vez, haya pequeños cursos que presente alguna persona desconocida, o conocida de un amigo, acerca de determinados temas. ¿Uds. creen que se lo va a valorar debidamente? Les puedo asegurar que muy raramente se reconozca el conocimiento que pueda transmitir quien da esos cursos. Y si es principiante, mucho menos. Pero si viene algún “maestro” espiritual al país y ofrece un curso de solo 2 días, a la módica suma de  US$2499, ni hablar que los devotos o fanáticos lo juntan como sea... aunque se presente solo pura teoría y no tengan posibilidad de hacer muchas preguntas ni de tener una asistencia personalizada.

Retomando (y ya finalizando) el tema del dinero, hay otras personas que se creen que por ser amigos o familiares, no tienen por qué devolveren tiempo y forma, el dinero que le prestaron. A menos que entre ellos acordaran que se puede devolver en cómodas cuotas, a veces, del monto de lo que el otro pueda. Pero lo importante es la ACTITUD de quien recibió el “préstamo”: ir de frente y cumplir con lo pactado; que el conocido que le prestó no tenga que andar atrás de el preguntándole si tiene algo para darle o sacar el tema indirectamente.

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