Releyendo mi libro (lo hago de a poquito, y de a un capítulo todo junto, para no perder el hilo de la temática), me pareció que podía dejarles otro fragmento muy interesante. Vamos a él:
Capítulo 6: ¿Culpa o responsabilidad?
“... la culpa puede hacer ganar seguidores
de alguna religión, partido político, etc., teniendo en
cuenta lo que
produce rebajar la autoestima de la gente para dominarla.
Y así, uno
termina creyendo que es normal sentirse culpable, que es
parte inevitable
de la vida. Pero... ¿es verdaderamente así o hay algún
otro camino?
Primeramente, me gustaría dejarles un sencillo concepto
que me
transmitió un psicólogo: “Cambiar la palabra culpa por
responsabilidad...”
Con esto, creo que es suficiente para que empecemos a
enderezar
la historia. Pudiera surgir la duda: ¿No es lo mismo culpa
y responsabilidad?
Algunas veces sí, claro que dependiendo del contexto en el
que
se use la palabra. Aparte, psicológicamente suena
distinto, o sea, inconscientemente,
nuestro cerebro no registra de igual manera, sendas
palabras. Para explicarlo mejor: tener determinadas
responsabilidades,
puede ser muy lindo, tal vez es lo que soñamos desde
chicos. Sin embargo,
no podemos decir lo mismo de las culpas. ¿A quién le
gustaría tener
la culpa de algo? Al cambiar este término por “responsabilidad”
(de un
hecho), ya lo vemos desde otra perspectiva, aunque
seguimos creyendo
que es lo mismo que ser culpables.
Vamos a tratar de entenderlo con un gran ejemplo: Si de
chicos, o
adolescentes inclusive, nos dieran más libertad para hacer
algunas
cosas o para salir, pero nos dijeran: “Hacete cargo de tus
acciones”.
¿Qué pasaría? Seguramente, diríamos “sí, sí, no hay
problema”. Claro
que cuando nos equivoquemos, entenderemos que no iba en
chiste la
advertencia. Ahí mismo, nos pueden recalcar: “Te dije que
te hagas cargo
de tus acciones”. De esta manera, podemos empezar a
comprender
la importancia de las responsabilidades. Esperemos,
también, que un
padre o madre que tenga la sabiduría de enseñar así,
también le explique
más tarde, al chico/a, el por qué de este proceder. De a
poco, va a
ir aprendiendo el valor de ser responsable. Y sí,
efectivamente, su padre
o madre hizo un buen trabajo, podría rematarlo
explicándole que tiene
derecho a equivocarse, que no tema hacerlo, de hecho, hay
veces en
las que así se aprende en la vida, pero que sea
responsable por sus
acciones. De esta manera, se quitaría la “presión” que
produce la culpa.
Tampoco estaría demás que se le explique que la gente es
posible que
no entienda esto y que, aun así, lo culpe, aunque en
realidad, él/ella no
sea culpable de nada. En ese caso, que no se haga cargo de
lo que no
le corresponde...”