Este escrito viene a
raíz de una respuesta que me dieron a una pregunta que hice (que era más
provocadora que otra cosa, porque más o menos entendía el punto; quería que
reflexionen sobre lo que me decían).
El tema era la casualidad.
Por un lado, me decían que creían en la causalidad. Pero, por el otro, que
también creían en la casualidad. Aunque en la suerte no… Esto me contrarió un
poco, porque no le veía lógica al asunto. Si creés en Dios, generalmente
entendés que es perfecto y que todo tiene su propósito. Entonces, las cosas son
causales, o sea, con una causa definida. Punto. Nada más. No es que no se pueda
creer en lo otro también, pero sería contradictorio.
Lo mismo pasa con la suerte. Si uno cree en Dios, entonces la
“suerte” no tendría mucho sentido. A menos que se la defina, al igual que la
casualidad, algo así como “la ley no reconocida”. Tomé prestada una definición
de Hermes, en la explicación de su Sexto Principio, el de Causa y Efecto. Más o
menos todos lo conocen, es la famosa ley del búmeran: todo lo que uno hace,
vuelve (en esta o en otra encarnación, tema complejo); independientemente de si
sea “bueno” o “malo”. Esto cierra con la idea general de un Dios que es amoroso
y que tiene el control de todo (la idea puede variar, recuerden que antaño lo
pintaban celoso, iracundo y vengativo; claro que esto era reflejo de la
humanidad de aquel tiempo). Ahora, si el que hablara fuese un ateo u agnóstico,
ahí cambia la cosa. Al no aceptar o al dudar de la existencia del Supremo, su
discurso de la casualidad estaría acorde con su pensamiento.
En base a lo explicado,
debo decir que en el caso que mencionaba al comenzar, la explicación no cerraba
con mente lógica ni analógica. ¿Y cuál sería la diferencia?
La mente lógica es la
racional, la del cerebro. La analógica, sería la mente “natural”. Claro que es delicado hablar de lo que cada uno
considera que es natural en el ser humano. Y cuando uso esa palabra, no me
refiero a algo instintivo. O tal vez sí, aunque no meramente instintos
primarios. A ver: los animales actúan por instinto, no razonan. Sienten que
tienen que hacer las cosas de determinada manera, como un dictado interior. Los
seres humanos, por el contrario, solemos racionalizar nuestras actividades. Al
ser los únicos seres que tenemos esa capacidad (en este mundo, y sin contar con
posibles extraterrestres que vivan por estos lados) se nos debería hacer más
fácil tomar consciencia de nosotros mismos. Pero no… la general desconexión con
lo natural o el “sentido común” (el menos común de los sentidos,
lamentable-mente) hace que no aprovechemos nuestras capacidades. Inclusive, se
supone que somos la especie que más amor puede dar. Sí, así mismo. Aunque los
perritos sean tan tiernos, ellos valoran mucho más nuestros gestos, porque esta
energía amor que tenemos los humanos se irradia con mayor fuerza en nosotros
que en cualquier otro animal. Después, cómo usamos esa capacidad, tema de cada
uno…
Pero para no desviarme
del tema, voy a dar un ejemplo: quienes no creen en Dios, aducen que no lo han
visto; por lo tanto, no existe. Desde una mente analógica, uno puede deducir
que una Inteligencia Creadora tuvo que haber hecho todo el Universo (o “los”
Universos, quien sabe), no puede simplemente expandirse la energía así porque sí.
Además, ahí entra en juego la intuición, el sentir interno. Si uno ha
experimentado una real sensación de Amor (porque sí, situación difícil, como
ser Feliz porque sí), puede llegar a la conclusión que fuimos hechos por Amor,
solo porque Dios quiso compartirse con todas las criaturas. Si uno que es
pequeño e insignificante, por lo menos comparado con el Sistema Solar
simplemente, e inclusive así puede dar amor (ahora con minúscula), ¿qué podrá
hacer el Creador de todo? Acá entraría otro Principio de Hermes Trismegisto, el
Segundo: Como es arriba es abajo. O sea, podemos llegar a darnos cuenta como
serán las cosas en un Orden Superior a través de nuestro comportamiento. Pero
no debemos rebajar lo Alto a nuestro nivel, sino más bien a la inversa. Ejemplo
prestado de un gran autor y maestro: Egoísmo puede significar con nosotros no
compartir algo importante con otra persona. En un plano más elevado, egoísmo
puede significar no descender a servir en un orden más bajo de existencia por
miedo a perderse entre más bajas vibraciones…
De todas formas, a
nivel de mente “científica”, en lo que respecta al tema Dios, entre los
cavernícolas y la actualidad, no avanzamos mucho… Claro, ver para creer… sentir
lo dejamos para los soñadores y débiles… en fin, así actúa la mente de la masa.
El problema está en que la sociedad del mundo no suele actuar NI SIQUIERA CON
LA MENTE LÓGICA en muchas ocasiones. Tienen el concepto de que tal cosa no se
debería hacer, pero lo hacen igual. ¿Y por qué pasa esto? Ahí entran las
entidades negativas (lo “contario” a los seres de luz), pero creo que aún no me
animo a expresarme sobre eso.
Les dejo la invitación
a que prueben la mente analógica, esa maravillosa mezcla entre la razón y la
intuición.
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