Capítulo 8
La vida eterna (Reencarnación)
De entrada voy a aclararles que la mayoría de los temas
de este capítulo son conocidos por mí en la teoría; otros
son percepción, pero una percepción con cierta “lógica”.
Ya veremos eso.
Uno de los grandes misterios es si hay vida después de la vida, o si
todo termina; si vamos, efectivamente, al cielo o al infierno. Tal vez, al
purgatorio mientras se decide... O tal vez, si en realidad todo es vida
y el alma es eterna, sólo que está o no encarnada... Esta última es mi
percepción. La explicación es la siguiente: como yo creo en un Dios de
Amor (es cierto que mejor no hablar de estos términos por separado, ya
que significan lo mismo, pero si uno se lo tuviera que explicar a cualquier
persona, sería más sencillo y breve de esta manera), me parece que no
podemos, simplemente, desaparecer. Tampoco, creo que haya extremos
(el extremismo es una errónea percepción demasiado humana) como el
cielo y el infierno, sino que éstos son estados mentales. ¿¿Cómo?? Sí,
que podemos estar en el mismísimo Paraíso aquí y ahora en la Tierra,
por ejemplo, jugando con nuestro/a hijo/a, abrazando a nuestra pareja,
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teniendo relaciones sexuales (preferentemente, con nuestra pareja, o
sea, alguien por quien sintamos amor); con todo el deleite que estas
situaciones pueden causar. Asimismo, podemos caer en el infierno en
este mismo lugar, por la frustración de no conseguir algo muy anhelado,
por la ruptura de la relación con un/a amigo/a o novio/a, por enojarnos
enérgicamente sin razón, etc. Además, al creer en un Dios amoroso,
como si fuese nuestro/a Padre/Madre, jamás podríamos hacernos la
imagen de un tirano; basta con recordar que un buen padre, verdaderamente,
no castigaría ni premiaría en exceso a su hijo porque sí. Más
bien, le enseñaría, no actuaría como un malvado condenándolo a su extinción
total. Entonces, ¿qué mejor que dejarlo vivir su propia experiencia,
aunque dándole consejos también? Existen muchos libros que nos
dejan enseñanzas. Han sido expresadas por seres humanos que fueron
inspirados por una voluntad infinitamente mayor y sabia. Claro que, de
todas maneras, esto no significa que se pudiera evitar la deformación
del mensaje.
Mencionábamos, nuevamente, el hecho de dejar vivir la propia experiencia
al “hijo”. Ajá, otra vez a hacerse cargo... ya vimos este tema
en el capítulo 6. Vamos a añadir que “Como es arriba es abajo”. Esto lo
explica uno de los Principios de Hermes Trismegisto, uno de los grandes
maestros de la Humanidad. Quiere indicar que, así como en realidades
superiores se procede de una manera, en las que están más abajo se
actúa de modo similar. Entonces comprendemos que esta forma de proceder
es efectiva. Claro que el que está un poco más abajo en la espiral
evolutiva suele rebajar lo que mandan a decir los de “arriba” (aquí lo
tienen). Basta con recordar que otro gran Maestro de la Humanidad dijo
“Dios hizo al hombre a imagen y semejanza” para que se termine aceptando
que Dios es como un humano... lo rebajaron bastante ¿no? Difícilmente
se le pueda ocurrir a la masa que, en realidad, la referencia sea
que los humanos tenemos las mismas potestades de Él (potencialmente
hablando, claro que estamos bastante olvidados de estas maravillas...).
Retomando el tema, creo que el alma tiene la maravillosa capaci-
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dad de ir adquiriendo experiencia a lo largo de las encarnaciones. No
podemos recordar nuestras “vidas” anteriores pero, si afinamos la atención,
tendremos cierta sensación de que no es la primera vez que encarnamos...
ni hablar de la gente que recuerda experiencias anteriores,
o que tiene un deja vu. Entonces, da la sensación que la “película” ya
está escrita, que el tiempo es sólo una ilusión de la mente, como ya ha
sido expuesto por algunos grandes seres de la historia. De modo que...
¿existe un destino pre-fijado y nada podemos hacer? Más bien, creo
que existen muchos caminos distintos, infinitos, más precisamente. Con
CONCIENCIA y en AMOR, podemos elegir los más agradables. Desde el
odio o rencor, por ejemplo, tal vez caigamos en verdaderos infiernos, que
son nada más que momentos, pero de esos que nos marcan. ¿Y quién
eligió ese camino? CADA UNO, ni más ni menos. Pero como no estuvimos
conscientes ni amorosos, obviamente no la íbamos a pasar bien.
Recordemos que no es un castigo, sino la forma que nosotros mismos
elegimos para aprender. Y eso que hay senderos bastante hermosos,
¿eh? Pero no... Teníamos que experimentar lo que NO debemos hacer si
queremos dicha y bienestar. Es justo.
El espíritu es otra cosa: esa parte divina que todos tenemos, lo que
nos conecta, directamente, con Dios. Bueno, ¿qué no es Dios, si su energía
todo lo baña? Pero desde una parte teórica, podemos decir que es
una pequeña parte de la Divinidad, que somos nosotros. No nos adentraremos
mucho más en esta temática porque no es algo muy claro, más
allá de la teoría expresada. El objetivo, es que sepan que no es lo mismo
espíritu y alma pero, lejos de eso, difícilmente alguien pueda hablarnos,
en este mundo y con certeza, de qué se trata.
Pasemos al tema de la desencarnación: habitualmente llamamos
muerte al desprendimiento del alma respecto del cuerpo físico. Como
creemos que somos nuestro cuerpo, o que nos pertenece, pensamos
que cuando llegue el “fatídico momento” vamos a dejar de existir. Ya
vimos que no es así, por lo menos, de acuerdo a la teoría planteada. Y
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justamente, basado en ella, les comento que confío en que existe la vida
más allá de la “muerte”. Inclusive, creo que es la prolongación de la vida,
pero más allá de un cuerpo material. Así es, la vida es infinita, como el
Universo, como Dios. Si somos un reflejo de Él... ¿Recuerdan “hechos a
imagen y semejanza”? Nada más que, desde la ilusión, somos una pequeñísima
parte separada. Aunque esta porción también “pertenece” al
Todo. Es un tema complejo, sobre todo, porque es muy probable que lo
intelectualicemos para entenderlo. Es que, en este caso, la experiencia
propia sólo la tendremos cuando desencarnemos; ya que no recordamos
las vividas anteriormente.
También se dice que, antes de volver a encarnar, uno mismo pacta
qué es lo que va a recibir para, luego, mejorarlo. Es decir, trabajar sobre
los errores cometidos en vidas pasadas y aprender; de esta forma,
podremos evolucionar. Todo en la vida es evolución aunque, en muchas
ocasiones, no lo parezca. Lo que pactamos, claro está, lo hacemos desde
una conciencia bastante superior. Se supone que, desencarnados,
estamos en un estado más lúcido. Algunos más adentrados en estos
temas, también sostienen que, cuando nos vamos de este plano, puede
que no reconozcamos qué es lo que nos pasó. Esto puede deberse al
tipo de vida que desarrollamos. Si estuvimos rodeados de gente con oscuras
intenciones, si asesinamos, robamos, etc., es probable que no sea
muy agradable la primera etapa fuera del cuerpo. Lo mismo para aquellos
demasiado apegados al pasado: se supone que siguen transitando
por los lugares que frecuentaban habitualmente por un largo tiempo,
hasta que se dan cuenta de la situación.
Como verán, después de tantas películas de terror realmente bobas,
este tema puede ser delicado. Incluso, para salir del paso y del miedo,
podría ser más fácil tildar de loco al autor del texto... pero no, acá no va
a pasar eso, porque estamos más grandecitos (pero con alma de niños)
y sabemos que no es maduro andar culpando al otro...
Seguimos en lo nuestro: ¿Y con todos pasa lo mismo al irse del cuer-
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po material? No, claro que no. Aquellos que lograron adquirir cierta conciencia
acerca del tema, pueden reconocer rápidamente lo que les ha
ocurrido y buscar la Luz.
Para ir cerrando esta parte del tema, un consejo para practicar, tal
vez, de los más duros que encontraremos hasta aquí: NO RECORDAR
COMO ÚLTIMA IMAGEN DE UNA PERSONA EL CUERPO FÍSICO MUERTO,
SINO BUENOS MOMENTOS VIVIDOS Y LO QUE ERA REALMENTE EL INDIVIDUO,
O SEA, SU ESENCIA, EL SER. Mucha gente no quiere ir a los
velorios precisamente por eso. Lo que quedó ahí no es el ser que habitó
el cuerpo. Es como un vehículo viejo, gastado, chocado tal vez. Le ha
servido a la persona para transportar el alma durante esta encarnación.
Sí, ya sé que la imagen es fea, pero es necesaria para intentar tomar
conciencia de esto. Además, el cuerpo entra en descomposición, ni siquiera
está sano, como alguna vez lo conocimos en la persona que lo habitó.
Igualmente, esto no significa que no echemos de menos a nuestro
ser querido. Puede que la primera semana sea muy dura, el primer mes
también. Lo cierto es que cada uno tiene su tiempo de adaptación. Ojalá
que no necesiten años para superarlo, sería una lástima; incluso, el ser
que se fue, no querría eso, sino que sigamos nuestra vida adelante y que
seamos felices.
¿A qué venimos? Misión de cada uno
Ya se tocó este tema superficialmente: ¿existe el destino pre-definido
o podemos ir haciendo el camino en la marcha?
Voy a recordarles el concepto expuesto anteriormente: creo firmemente
que el Universo, Dios, el Todo o como lo quieran llamar, “traza” los
infinitos caminos. Nosotros mismos nos encargamos de elegir consciente
o inconscientemente uno u otro. En el caso de que seamos medianamente
conscientes, nos estaríamos haciendo cargo de lo que hacemos.
Y si no nos fuese bien por ese sendero elegido, tal vez equivocamos el
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rumbo. Ya no más culpables o, mejor dicho, responsables externos. No
está demás decir que SÍ los hay, no es que hay que creer que todo es
cosa nuestra, pero que lo de afuera no afecte nuestra vida, en todo caso,
adaptémonos al cambio producido por la situación externa.
Yo creo que todos tenemos una misión en la vida. La fijamos antes
de volver a encarnar (parte del karma), aunque desde una conciencia totalmente
superior, como dijimos antes. Esta consciencia mayor vendría
a ser nuestro Yo verdadero, uno más cercano a Dios, al Amor. Digo “la fijamos”
porque se respeta nuestro libre albedrío, como siempre ocurre...
Personalmente, he logrado percibir que, en estos tiempos acelerados,
se está dando un cambio muy profundo a nivel espiritual y la gente
está confundida. Podemos ver grandes actos de solidaridad y, al otro
día, a las mismas personas repudiando a alguien con odio, independientemente
de si sea o no “justificable” el repudio. El odio está y no es muy
bueno que digamos... Entonces, intentemos trasmitir la mayor cantidad
de paz que podamos, ayudando a los demás y haciendo el propio camino
para “aprobar” las materias. Estas asignaturas, son las más importantes
que tenemos que aprender; son correspondientes a la carrera
llamada: VIDA.
No es la intención decirles a qué vinieron exactamente, eso es cosa
de cada uno/a. Más bien, la idea sería que entendamos que cada uno/a
tiene un talento especial para algo en particular. Hay que buscarlo. El
Universo provee, siempre va a haber alguien que sea plomero, electricista,
chofer de micro, piloto de avión, etc. Esto se debe a que sería poco
productivo que no hubiese variedad, además de aburrido... la mayoría
haciendo unas pocas tareas y tan pocos o ninguno haciendo otras. Pasa
que no todos trabajan de lo que les gusta o de acuerdo al verdadero
talento que tienen escondido. En muchas ocasiones, éste no está tan
oculto, pero la persona en cuestión tampoco lo ha desarrollado. Puede
ser que le hayan dicho que no servía para eso o que no haya hecho los
esfuerzos necesarios para pulirlo. También pasa que hay individuos que
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están frustrados por trabajar de algo sólo para sobrevivir. Claro, estas
personas quieren VIVIR, no sobrevivir. Y qué mejor que hacerlo empleándose
en lo que más les gusta y están capacitados para realizar. Entonces,
los/las que estén dispuestos/as a cambiar, tienen que descubrir
su talento oculto. Luego, manos a la obra, recordemos que si nos quedamos
rezando solamente, nada conseguiremos. Si alguno, además,
quiere rezar y pedir que se concrete su deseo, magnífico también, pero
lo imprescindible es no olvidarse de HACER, o sea, entrar en acción de
manera práctica.
Retomemos un tema ya mencionado: el KARMA. En esta ocasión y
asociado a lo que son las distintas encarnaciones, podemos decir que
el karma no sólo es personal, sino que también es familiar. ¿Cómo? Que
se encarnó en tal familia con un propósito definido. Para todos los integrantes
de ésta, será beneficioso el lugar en el que están. Lo mismo sucede
en demás ámbitos: trabajo, universidad, escuela, pareja, etc. Todo
está perfecto en el Universo, aunque nos cueste asimilar esta idea. En
momentos de tranquilidad, nos será más fácil percibirlo pero, aún en la
adversidad, está claro que lo que nos ocurre es JUSTO lo que necesitábamos;
independientemente de si lo podamos sentir así o no.
Ahora, llegamos a un tema que se viene prometiendo explicar desde
hace unos capítulos: el tiempo. Lo ideal es centrarse en el Presente.
Como ya vimos, nuestra mente va del pasado al futuro y/o viceversa. En
este estado, quedamos a merced de la mente baja. En cambio, cuando
intentamos centrarnos en EL MOMENTO MISMO, es como si empezáramos
a tomar consciencia de la vida más real. En ese instante, es mucho
más importante la percepción, SENTIR, por sobre lo que nuestra mente
quiera transmitirnos (pensamientos, recuerdos, imaginación, etc.). Sin
embargo, si podemos tomar consciencia de ese momento, lograremos
experimentar placer por sentirnos VIVOS de verdad. Estaría bueno que
recordemos, también, que somos NOSOTROS MISMOS los que estamos
allí. Esto, es algo que nos puede pasar en otros momentos de deleite, por
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ejemplo, estando en unas merecidas vacaciones. Allí podemos pensar:
“Guau, yo, acá, en la playa. Cuánto tiempo esperé este momento”. Muy
pocas veces nos recordamos a nosotros mismos ya que, generalmente,
estamos pendientes de lo de afuera pero, ¿quién es el que está pendiente?
¿Quién realiza la acción? Parece una bobada, algo sólo psicológico,
pero es muy necesario este detalle. Aunque creo que es otra de las tantas
cosas que debemos experimentar para entender a qué me refiero.
Siguiendo con el ejemplo de la playa, si leen bien, allí hay que tener
cuidado. Me refiero a la oración: “Cuánto tiempo esperé este momento”.
Ya se empieza a etiquetar, teorizar el momento, lo cual desvirtúa la experiencia;
no vaya a ser cosa que la mente comience a sumergirse en
los pensamientos filosóficos tan habituales. Tampoco debemos permitir
preguntas tipo: ¿Lo merezco? Claro que sí, por eso está pasando. Cualquier
cosa, en caso de no merecerlo, ya va a ser aplicada la ley de causa
y efecto y recibiremos lo que merecemos... No, en serio, permitámonos
disfrutar más plenamente de la vida; ni hablar de estos momentos de
consciencia. Enseñémosle a nuestros hijos/as, desde chicos, a disfrutar
de estos momentos. Lo van a entender rápido, porque están habituados
a ellos. No es casualidad que anden casi todo el tiempo contentos. Me
refiero a niños que tienen la dicha de vivir en condiciones “normales”
aunque, aquellos que no tienen demasiados recursos, muchas veces
se las ingenian para jugar con lo que sea y ser felices. Es que, los más
peques, viven en el Presente, aunque luego los vayamos llenando de
pre-ocupaciones, problemas, etc. Es por eso que solemos recordar algún
momento de chicos/as o adolescentes como algo maravilloso, una
etapa que nos gustaría repetir. Pero, ¿por qué? ¿No se supone que hay
que mirar para adelante y seguir creciendo y evolucionando? Claro que
sí, pero es que vivimos con el mandato no escrito de que, mientras más
grandes somos, más serios tenemos que estar y menos juego debemos
realizar... Entonces, nada más quienes tienen hijos pueden tomarse la
libertad de jugar. O quienes están con un chiquito de algún conocido.
¿Por qué sólo eso está “permitido”? No hemos venido a sufrir, a padecer,
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como tantas enseñanzas dictan (¿dictan? ¿De dictadura?). Cualquiera
sea la misión que tengamos, va a tener alguna parte en la que tengamos
que enriquecer la vida de alguien, la nuestra también. Tal vez, durante
algún período, seamos bastante ignorantes (del alma y de la inteligencia
de la mente alta), pero eso no va a ser siempre así. Solamente por un
corto tiempo, en el que fuimos excelentes maestros para otra persona.
Claro, maestros inconscientes, nada de vanagloriarse... Es por eso que
EN ESTE MOMENTO, AQUÍ Y AHORA, les hago un llamado de atención
para que intenten tomar un cambio de actitud y ser un poco más inocentes.
No lleguemos al extremo de la ingenuidad, eso sería descuido, complicidad
inconsciente con los demás para que nos sobren. Seamos más
felices. Hay momentos en los que, tal vez, tengamos que permanecer
con actitud y mirada serias, pero que sólo sea para la imagen externa.
Aprovecho para decirles que, para mí, la seriedad no es estar permanentemente
con cara de enojado. La seriedad se ve cuando alguien es
responsable, cuando considera al de enfrente. También, cuando hace
chistes (ubicados) para romper algún clima tenso. Me parece muy responsable
alguien que se ocupa de su salud y la de los demás haciendo
reír, con todo lo que significa positivamente para nuestro cuerpo. Al reírnos,
generamos endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”.
Asimismo, las podemos producir, por ejemplo, haciendo ejercicio. Pero
la idea de fondo es que tengamos en cuenta que, en nuestro paso por
esta encarnación, dejemos una linda huella. Que quienes nos recuerden,
lo hagan con alegría, con una sonrisa si es posible. No olvidemos
que nos podemos llegar a cruzar con esas personas en otra encarnación
o “allá arriba” también.
Para terminar, les dejo una reflexión que engloba una especie de
síntesis:
Procedamos en la vida con la mejor actitud posible, haciéndonos
cargo, prestando atención a lo que decimos o realizamos, tratando de
conectarnos con lo mejor de nuestro ser (y de los demás) y combatiendo
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con inteligencia al ego. También, sin sentirnos culpables, actuando desde
la consciencia y el Amor; recordando que “algo” vinimos a hacer. Está
en nosotros recordar qué es ese “algo”.