sábado, 13 de abril de 2013

Hijos del rigor


Muchas veces he escuchado que los argentinos somos hijos del rigor. Bueno, también han dicho que somos los más corruptos, los más de los más (más bien, los más de los menos, pero bueh), etc. Pero en realidad, esto alcanza a la humanidad entera, no solo a una pequeña porción de ella. Vamos a ver como es este asunto.

¿Cuántas veces hemos pasado por situaciones en las que nos advierten que no hagamos tal cosa y hasta nos explicaron el por qué y nosotros vamos y la hacemos igual? Hijos/as del rigor, entonces, que elegimos aprender por el sufrimiento... Aunque es cierto que, a veces, no recibimos una sana advertencia sino EL MIEDO DE LA OTRA PERSONA POR SU EXPERIENCIA VIVIDA EN UNA SITUACIÓN SIMILAR A LA QUE NOS VAMOS A ENFRENTAR NOSOTROS MISMOS. ¿Se entiende lo que expliqué? Pregunto porque ahora yo lo entendí perfecto, pero también me pasa algunas veces que cuando releo lo que escribí, tengo que hacerlo en unas cuantas oportunidades hasta lograr que las 2 (dos) neuronas hagan contacto y algo capte. Y sí, ocurre que la mayoría de las veces cuando uno escribe, lo hace “inspirado”, con las neuronas más activas que lo habitual (ahora va en serio en serio).

Retomando el tema: hagamos de cuenta que uno tiene que ir a hacer algún trámite. Tal vez, alguno de nuestros padres nos aconseje de mil maneras porque el/ella tuvo una desagradable experiencia cuando tuvo que hacerlo. ¿Por qué tenemos que creer que a nosotros también nos va a pasar eso? Tal vez, nos pase algo peor, ¿no? O, a lo mejor, ni siquiera tenemos problemas. Entonces, ¿qué hacer? Mi consejo, para variar, es intentar buscar el punto medio. En este caso, sería tomar esa vivencia de otra persona y dejarla por ahí cerquita (en el cerebro) por si tenemos una experiencia similar. Pero no pre-disponernos negativamente, porque recordemos que PENSAR ES CREAR. No nos creemos algo feo... pero a la vez, seamos prudentes y tengamos a mano una solución de alguien que haya pasado por allí. Ejemplos hay muchos, pero lo importante de esto es realmente LA PRÁCTICA de lo escrito hasta acá (como redunda este escritor, parece disco rayado, eso lo dice casi siempre)...

Ahora, hagamos un alto y recordemos las veces que recibimos advertencias/avisos sobre algo.........................














(Los puntos y los espacios están para que recuerden, pero si ya lo hicieron, sigan leyendo).

Ahora, fijémonos en la infinidad de veces en las que nos advirtieron sobre tal situación y cómo proceder y en cuantas realmente tomamos el consejo. Variados resultados obtendremos, pero lo más seguro es que ni remotamente seguimos el punto medio: o nos rebelamos y no tuvimos ni un poquito en cuenta lo que nos aconsejaron o simplemente seguimos al pie de la letra lo que nos dijeron. Entonces... ¡¡¡Hijos del rigor!!! Por no haber tenido prudencia, que sería tomar un poco de esto, otro poco de aquello. Y el resultado fue otra mala experiencia, para que cuando seamos más grandes, nosotros seamos los que atormentemos a los más jóvenes (claro que no siempre serán malos resultados, pero me estoy centrando en cuando no salen las cosas). En todo caso, si somos capaces de analizar la situación, en ese momento o más adelante, nos daremos cuenta solitos de los errores.
Entonces, punto medio y prudencia (palabra con connotación negativa, pero sabia, verdaderamente) serían las claves.

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