martes, 1 de octubre de 2013

Desencarnación

Alguna vez escribí “Y si desencarnara hoy, ¿qué?”. Pero hoy puedo y voy a escribir, directamente, sobre la desencarnación. Y digo “puedo” porque antes me parecía que hasta que no se fuera alguien demasiado cercano a mí, más bien, tal vez no sentiría la sensación del dolor que queda. No es que sea masoquista, sino por vivenciar en carne propia eso. Tampoco, no es que no se hayan ido seres queridos. Solo que, esta vez, se fue alguien muy cercano.

Estoy escribiendo esto con el asunto consumado hace poco. Hoy, martes 01 de octubre de 2013 a las 06.45 AM. No sé cuándo ocurrió el hecho exactamente, cerca de las 4 y pico de la mañana. Y yo, como que percibí algo. Tuve un sueño en el que mi mamá y mi abuela me llamaban desde afuera de casa. Yo me levantaba e iba a ver qué pasaba, aunque me lo imaginaba. Mi abuela decía “diavolo” (lo cual es raro, porque ella tiene de italiana lo que yo de francés, pero es un sueño mío y algo de  flashero tenía que tener) y yo salía a la calle. Veía un auto, como si fuera el coche fúnebre, aunque no tenía ese aspecto. Ahí, empecé a caminar despacio y a ver todo en cámara lenta. Quería evitar desmayarme, entonces seguía lento y aprovechaba para observar la situación y observarme a mí mismo en ella. Después de todo, algún día iba a llegar ese momento, más con mi abuelo internado desde hace tiempo. Pero me desperté... No era algo real. Por un lado, el reflejo de pensar “menos mal”. Pero por el otro, entender que esta especie de agonía mental, esta incertidumbre que teníamos los familiares seguía. Me acosté nuevamente y tuve el instinto de prender el celu, que se había cargado completamente, cosa que no hago suelo hacer hasta levantarme. Y a los pocos minutos recibí la llamada de mi mamá confirmándome lo que se supone que yo ya había percibido.

A pesar del particular duelo previo que tuve en el sueño, era una situación bastante confusa. Pero luego, entre el viaje de ida y el de vuelta del hospital, tuve tiempo para ir reflexionando y observando mis reacciones. Por cierto, otro dato curioso es que no pude ver el cuerpo de mi abuelo. Cuando subí, ya se lo habían llevado. Está bien, no hacía falta. El Universo dispuso que no vea el viejo ropaje, para que no me confunda. Porque podía pasar que crea que eso que había quedado ahí era mi abuelo. Claro que no: ese ser que en esta encarnación hizo de abuelo materno mío, posiblemente ya no estaba en este plano. Que vaya a descansar en paz. Que se reencuentre con el alma de los que fueron sus padres, ya que últimamente los veía y quería compartir más tiempo con ellos.

Y, ¿qué es la desencarnación? Solo el alma que se va del cuerpo. El verdadero ser abandona el vehículo que utilizó en esta encarnación para transitar. Y se va... ¡quién sabe adónde! Hay una película brasileña muy buena (para mí, por lo menos) que se llama “Nosso lar” (Nuestro hogar) que muestra una interesante teoría de lo que pasa luego de que uno abandona el cuerpo. Y el servicio que se sigue brindando.

Difícilmente se pueda saber que hay “después de la vida”, como se suele decir, aunque para mí, la vida no se acaba. Muerte es un nombre que se le da a eso, la des-encarnación, la salida de la carne. Pero si no sabemos, ¿por qué no optar por creer eso? Si no existiera, no habría problema, ya que no nos vamos a dar cuenta. Y si fuese verdadero, entonces estaríamos preparados para un auténtico Paraíso (nada que ver con las boludeces de cielo e infierno).

Sabía (o percibía) que la vida continúa, pero ahora lo vivencio. Aún no largué el llanto necesario para descargar el dolor contenido porque, no jodamos, doler, duele. Pero en su debido momento llegará, cuando estén soledad. Entiendo que nos tomamos la “muerte” como algo terrible. Así nos suelen enseñar. Pero es que nadie les enseñó algo distinto a los demás tampoco. También, puede pasar que nos duela más el dolor ajeno, como a mí, que me duele la situación pero la acepté. Nunca se sabe como van a reaccionar los demás, tal vez con emociones mas descontroladas.

Las ENCARNACIONES son una distinta cada una (reemplazando a “la vida es una sola”), por eso hay que intentar vivirla lo mejor posible. Y considero que es lindo seguir aprendiendo aunque seamos mayores. “Nada traemos y nada nos llevamos”... en realidad, no creo que sea tan así. El alma guarda los recuerdos y enseñanzas para la siguiente encarnación, eso es lo que nos queda. Solo que puede que todo eso esté muy en el fondo, como para que no veamos los errores garrafales que cometimos y nos sintamos muy mal. Para entender ciertas cosas que nos molestan o que no entendemos como las sabemos, existen las regresiones a vidas pasadas.

Cierro deseándole a ese ser maravilloso que hizo de abuelo mío en esta maravillosa película que es la vida, que pueda descansar un laaaargo tranco, hasta que le toque volver. A algún lado... Mientras, que disfrute de su encuentro con viejas “caras” conocidas...



Y a continuación, y si gustan, les dejo el link del capítulo 8 de mi libro Conocete a vos Mismo: “La vida eterna (Reencarnación)”

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