Creo que este tema es muy importante. Porque sabemos que es
muy común buscar la aceptación de los demás. Esto se da de muchas formas:
buscando la aprobación del otro (ya sea con la mirada, los gestos o el sentir
interno) para hacer o decir algo, querer que acepten nuestra opinión a todo
costa (como la única e irrefutable), que hablen bien de nosotros tanto de
frente como cuando no estamos presentes, etc. Pero, ¿qué otra cosa podríamos
hacer? Si es eso lo que nos han enseñado. Está bien, es cierto, los padres a
veces dicen que no nos tienen que importar las opiniones ajenas. Claro que, al
minuto de decir eso, nos van a decir que no actuemos de tal manera para que la
gente no nos mire extrañada... ¿EN QUÉ QUEDAMOS?
Una vez más, mi recomendación sería buscar el punto medio.
En este caso, no dejarse llevar siempre por la opinión ajena. Claro está:
tampoco cerrarse a escuchar a los demás, porque más de una vez van a ayudarnos
a ver con claridad cosas de las que no nos daríamos cuenta solos.
Por otra parte, tampoco deberíamos caer en el error de no
darle importancia a nada de lo que digan los demás, porque chocaríamos
constantemente. Si nos ponemos en el lugar del otro, entenderemos qué molesto
sería que alguien no quiera escucharnos y se cierre en sí mismo permanentemente.
Pasemos ahora a la aceptación más difícil: la de uno mismo.
Y digo que es la más complicada porque muchas veces vamos a creer que ya nos
aceptamos a nosotros mismos cuando, en realidad, no es así. Y esta es una gran
equivocación: si uno se observara más seguido a sí mismo, tanto sus pensamientos
como sus emociones, se daría cuenta de la baja autoestima que tiene (la autoestima es otro escrito que tengo
rondando en la cabeza y que vendrá más adelante). Una vez más: la sociedad nos
ha metido eso en la cabeza; como para no meter en el embrollo siempre a los
padres. ¿Cuántas veces nos han dicho que no servimos para algo? Ejemplo:
- A vos no te va a dar bola.
- ¿Y por qué no?
- Porque no.
- “Porque no” no es una respuesta...
- Ok. No te van a dar bola JUSTO A VOS...
En esta simpática (o no tanto) dramatización, se da una clara
charla cotidiana. Sin darse cuenta, una de las personas menosprecia a la otra,
sin percatarse de que, tal vez, es ella misma la de baja autoestima y, por ende,
está reflejando en la otra persona su poca fe en sí misma.
Entonces, resumiendo: intentar no darle demasiada
consideración a lo que dicen los demás. Pero estemos atentos a lo que escuchamos,
es decir, tomarlo con pinzas. Porque no sabemos cuando puede sernos útil tal consejo.
Otra cosa: no creer que los amigos o familiares siempre tienen razón en lo que
dicen. Muchas veces, por el afecto que sentimos por ellos, damos por sentado
que algo que expresan es verdad, sin medir si lo que están diciendo es erróneo,
tal vez, víctimas de emociones negativas con tal persona o situación.
Y recordemos no ir al choque, permanentemente, con las
personas. Los demás, como nosotros, también necesitan ser escuchados, aunque
apenas prestemos atención a lo que nos dicen. Aunque procuremos, por lo menos, que parezca que
escuchamos...
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