Hay un verdadero
bicho interno que atenta contra nuestro trabajo interno: las justificaciones.
Me refiero a las que nos hacemos a nosotros mismos. Sí, parece estúpido, pero
vamos… sabemos que nos justificamos de nuestros actos casi con la misma frecuencia
con la que los justificamos ante los demás. Tal vez, más que eso todavía.
Las justificaciones
actúan como un amortiguador ante nosotros mismos. Y lo que amortiguan es lo
que, realmente, debería ver nuestro verdadero Ser, nuestra esencia. Pero sí lo
viera tal como es, o sea, si pudiera ver la inmensidad de nuestro ego (acá me
refiero al conjunto en general de los eguitos) la verdad que nos podríamos
terminar muriendo de vergüenza… Bueno, esto sería así si partimos de la base de
que el Todo es Amor, Dios Amor. No pretendo intentar convencer a nadie con el
texto, por eso, no habrá explicaciones solo intelectuales, sino que también empíricas.
Ahora, sí alguna persona siente resonancia interna con lo que escribo… todo
bien. No se pre-ocupen, no les voy a cobrar derechos de autor J
Continuando con el
tema, se podrán percatar de que estas justificaciones son peores que las que
usamos con la gente. Claro, porque de última, los demás son ajenos a nosotros,
es decir, no viven NUESTRA vida. Pero si nos mentimos a nosotros mismos,
estamos cometiendo una gran estupidez. Con esto no estoy fomentando el egoísmo,
solo que nos ocupemos de la parte de “amarnos a nosotros mismos”.
Equilibrio y
auto-observación. Y amor, por supuesto.
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