Vaya lío en el que me
meto: escribir sobre un tema en el que caigo recurrentemente y me cuesta
resolver. Pero bueno, al transcribir mis experiencias también puedo ayudar. Ahí
voy.
Desde muy chico este
fue un tema difícil de resolver para mí (aún hoy, pero tengo más elementos para
resolver estas situaciones). El rechazo le molesta a cualquiera, solo que hay
personas con más talento para que les chupe... quiero decir, para no darle
importancia al asunto mucho más rápidamente. Y la verdad que me cuesta bastante
esto.
Y unos tres años
después, retomo el texto…
Podría decir que
parte de lo escrito se sigue aplicando, pero años después uno debería haber
adquirido algo de experiencia. ¿No es eso la experiencia? Seguir transitando la
vida y aprender. Poco, mucho, algo. Pero aprender.
De todas formas, no
quiero hablar solamente de mí. Pasemos al terreno práctico (desde la teoría):
Al ser una especie
gregaria (o sea, con tendencia a agruparse) resulta lógico que busquemos
encajar. El problema se da cuando no lo logramos. No es una situación nada de
fácil. Pero me parece que el tema más importante es cómo lo tomamos. No está mal analizar el porqué, ya que nos
servirá de trabajo interno. Ahora, si nos quedamos estancados lamentándonos o
si solo creemos que los demás no nos supieron apreciar (que también puede
pasar), no vamos a sacar nada provechoso. Por eso, la auto observación es uno
de los mejores caminos.
Una medida
interesante puede ser intentar adaptarse a la situación. No me refiero
simplemente a “ceder” o a seguir a la masa. Si por ejemplo vamos a un
cumpleaños y no seguimos algún juego o entretenimiento que hay, nos estamos
alejando de los demás. Los cumpleaños de 15 o los casamientos con sus benditos
bailes (queda en claro mi agrado por esas tandas) son una prueba para aquellas
personas reservadas y para quienes no suelen tener mucho trato con la gente.
Todo bien en la mesa. Ahora, viene el vals y… mmm… viene la tanda de baile, con
esa “maravillosa” música llena de letras inspiradoras y… bueno, al margen de la
ironía, particularmente aprendí a ser parte de la fiesta, porque eso es. Y a
sumarme en gran medida. Claro que hay ritmos o momentos en los que digo “hasta
acá” y me voy a sentar. A guardar energías para la próxima tanda.
Por último,
intentemos ponernos en el otro lugar: cuando rechazamos a alguien. Sí, porque
también lo hacemos. Obvio que tenemos derecho a hacerlo pero, ¿cómo lo hacemos?
¿De qué forma? Si somos muy secos estaremos haciendo algo que, cuando nos lo
hacen a nosotros, posiblemente nos moleste mucho. ¿Y si rechazamos a alguien
del sexo opuesto o mismo sexo? Bueno, lógicamente que la situación es más
cómoda si quien se acerca concuerda con nuestro gusto sexual. ¿Y si no? Ahí si
te quiero ver… Por eso, tener una mente flexible es importante, para
situaciones como estas. Creo que está bueno tratar de expresar lo que sentimos,
tratando de no dañar al otro. Claaaaro, una especie de equilibrio (sé que les
extrañaba que no apareciera esta palabra en este escrito)… O más fácil:
diplomacia. Esa palabra la conocemos. Y no tenemos por qué creer que solo se
aplica a políticos o símil. Nosotros también la podemos usar. Recordar que la
intención es tratar de decirle las cosas a la otra persona de la mejor manera
posible, pero siempre respetándonos a nosotros también, a la decisión que
tomamos. “Trata a los demás como quieres que te traten a ti” (frase adaptada)…
No hay comentarios:
Publicar un comentario