Antes de leer este escrito, una pequeña nota sobre la
inocencia, para entenderlo mejor: https://www.facebook.com/notes/jos%C3%A9-luis-tunich/la-inocencia/486952714710509
Ya he tocado varias veces este tema, de una u otra manera.
Siempre me parece interesante resaltar lo importante que es la inocencia que
tiene una persona que hace algo por primera vez. Porque no tiene idea real de
lo que se SIENTE hacer eso. Puede haber escuchado consejos sobre como hacerlo,
pero la experiencia en momento presente es única.
Y ahí justamente aparece esa palabrita mágica... La
experiencia se obtiene una vez que se hizo algo. No hay que creer que no se
tiene experiencia porque se hizo algo pocas veces: desde el momento en que se
realizó tal actividad, se tiene experiencia, menos que otros, pero experiencia
al fin. Además, al tener la mente fresca
y no tan contaminada y viciada como la tienen los experimentados, se puede
aprovechar mejor la experiencia (nótese cuantas veces escribí esa palabra, que
reiterativo)... Ocurre que “aquello que sorprende, enseña”, frase célebre del
libro Ami, el Niño de las Estrellas, de Enrique Barrios. Y entonces, alguien
que está habituado a hacer algo tiene pre-conceptos sobre la actividad que
realiza. Distinto es quien hace algo por primera vez, como explicaba
anteriormente. Incluso, quien tiene poca experiencia e hizo 1 o 2 veces alguna
cosa, va a estar en mejor posición, porque es ese punto medio en el que tiene,
aún, la mente fresca y algo de experiencia a la vez.
Uno de los problemas de la gente experimentada es que contamina
a los demás negativamente. Y digo que es negativo porque el solo hecho de contarle
a otra persona “como son las cosas” (para el/ella) les deja ideas
pre-cocinadas, sin darles opción de que tengan su propia vivencia. La
importancia de aplicar bien la experiencia está en aconsejar a los demás
dándole algunos tips para que sepan qué se les puede venir. Allí, habrá
pre-conceptos, pero que pueden ser útiles si el novato les saca provecho.
También se le puede advertir que: “Esta es solo MI experiencia, a lo mejor a
vos te toca algo completamente diferente”.
Y un gran problema que genera la gente con mucha experiencia
es que tiene muchas mañas. Si no afectan a los demás, no importa, pero cuando
ese vicio de hacer algo que aprendió (para bien o para mal) en su larga
trayectoria en la vida toca a alguien más, aparece un error frecuente: querer
sacar provecho de los demás. Es que deben haber aprendido que tiene que
“salvarse” el; su familia, a lo sumo. O sus amigos y conocidos y es mucho, o
sea, su grupo. La solidaridad no es muy tenida en cuenta aun hoy en día.
“Sálvese quien pueda” era la premisa, pero estamos más grandecitos en esta
etapa de la Humanidad
y deberíamos cambiar el chip.
Volviendo a la experiencia, lo importante es no perder esa
frescura de cuando no la teníamos. Ejemplo: cuando le enseñamos a un peque a
realizar una acción simple, el no va a tener ideas preconcebidas, o tal vez sí,
pero en ese momento solo atiende lo que nosotros le enseñamos. Estaría bueno
observar su inocencia, la atención que presta a lo que le enseñamos. Porque esa
mente en expansión tiene sed de aprendizaje, y está abierta y dispuesta a
aprender. Entonces, no tiene un ego que le esté susurrando por dentro: “A lo
mejor te está mintiendo”. “Yo vi que lo hacían de otra manera”. Y hay miles de
frases más.
Creo que si podemos complementar la experiencia con esa
inocencia que tuvimos cuando realizamos por primera vez alguna acción, nos
sentiremos más vivos y seremos menos soberbios a la hora de explicarle a
alguien cómo se hace tal cosa.