Hace tiempo descubrí algo que no es ninguna ciencia, pero que
muchas veces las personas olvidan. Me refiero a lo que lleva a la consecuencia
llamada ira. Claro, porque eso es. Y no digo que sea consecuencia de un
detonante como un comentario o situación (también lo es, pero no quería ir a
eso) sino de otra cosa que sentimos.
Injusticia. Puede ser, a mí me pasa como consecuencia de eso.
Aunque hay algo aún más profundo. Bueno, me dejo de dar vueltas: el término que
buscamos es IMPOTENCIA. Debido a la deformidad del alma y de la mente de la
sociedad en general, esta palabra se suele asociar a lo sexual (como casi todo);
usualmente burlándose de quien la padece o padeció alguna vez. Pero pocas veces
es utilizada cuando corresponde. ¿Acaso ante una injusticia que creemos que no
podemos arreglar no nos surge como resultado de la misma?
Y ahora sí; luego de ella, viene la reacción. Encontré ira y
llanto como las más usuales. Lógicamente que puede haber resignación también. O
resiliencia; depende de la actitud que tome la persona en ese momento. Sin
embargo, me parece que las más habituales son las mencionadas primero. O sea,
ira y llanto. Ahora, hay que desmenuzar ambas. Porque el llanto también puede
ser consecuencia de la ira. Ya veremos eso.
Empecemos con la ira. Uno se enfurece por la situación. Si
logra tener control sobre sí, no va a andar matando a nadie… ni siquiera,
golpearlo/a… aunque parezca tremendista, sabemos que esas cosas se nos pueden
cruzar por la cabeza. Bueno, golpear puede ser. Lo otro, ya sería un mucho más
grave que se nos pase por la mente… En fin, la furia puede manifestarse con
gritos. O simplemente levantando la voz. Por lo menos, expresando la injusticia
de la cual creemos ser parte. Porque si no, toda esa amarga sensación queda dentro
de nosotros y nos puede acarrear enfermedades. A esta altura, hasta la ciencia
logró comprobar que el estado emocional negativo puede enfermarnos. Y que el
positivo ayuda a sanarnos.
Pero puede ser que no exterioricemos nuestro sentir. Gran
problema. Pero por algún lado sale. Hay gente que tiene la necesidad de llorar
y largar toda esa impotencia mediante las lágrimas. Es un buen recurso también.
No olvidemos que la situación que nos ocurrió se puede haber dado en lo
laboral. Y ahí no siempre podemos expresarnos con gritos… Por eso, para
expresar esa ira, llorar en soledad puede descargarnos. Aunque también existen
personas que prefieren desahogarse con alguien que lo/a escuche. Puede haber
llanto mediante. En este caso, uno siente la necesidad de ser escuchado. Llorar
completa la descarga de la densa energía.
Y con respecto a otros motivos que puedan desencadenar la ira
se encuentra uno muy particular: la gente que siente que el otro no respeta sus
códigos. Habitualmente, esto se conoce con la frase “no tiene códigos”. Es
absurda por demás, ya que todos los tenemos. Solo que pueden diferir bastante.
Pero que los tenemos, los tenemos. Acá entra a jugar un papel importante la
tolerancia. La persona de enfrente puede o no estar de acuerdo con nosotros,
pero no por eso vamos a tener la razón o verdad…
Hasta aquí llegó mi inspiración de un texto que había
empezado hace meses. Ya hay buen material para trabajar internamente. Yo ya lo
estoy haciendo de hace rato. Recordemos: no nos va a salir “perfecto”. No
importa: la perseverancia y la aprehensión de las experiencias propias (y
también ajenas) va a ser el resultado que buscamos para mejorar en lo que nos
propusimos trabajar.