El quitarle la seguridad en sí mismas a las
personas, es algo que las vuelve vulnerables. Algo similar había captado yo
cuando escribí mi libro, solo que lo puse con otras palabras y refiriéndome a
la culpa:
“De todos lados, desde nuestros padres
hasta los desconocidos, pasando por maestros, amigos y familiares, nos llega la
acusación de: “por tu culpa”. A esto, se le puede dar una explicación: desde
tiempos remotos, en donde la ignorancia reinaba largamente (aún hoy, pero un
poco menos) se hacía esto. No intencionalmente, obvio, por eso destaqué que se
trataba de ignorancia. Si nos detenemos a analizar, el hecho de echarle la
culpa a otra persona, REBAJA SU AUTOESTIMA. De este modo, el individuo que se
“hace cargo” de esta culpa, no se siente bien consigo mismo. En realidad, el
objetivo de la persona acusadora ES DESLIGARSE DEL HECHO, PARA LIBERARSE DE LA RESPONSABILIDAD. Todo
esto, generalmente, de manera inconsciente, ya que ninguna persona
verdaderamente consciente podría hacerle un mal de este tamaño a nadie”.
…
“Entonces, podemos entender que la
culpa puede hacer ganar seguidores de alguna religión, partido político, etc.,
teniendo en cuenta lo que produce rebajar la autoestima de la gente para
dominarla. Y así, uno termina creyendo que es normal sentirse culpable, que es
parte inevitable de la vida. Pero... ¿es verdaderamente así o hay algún otro
camino?”
¿Les resulta familiar? Rebajar la autoestima,
o sea, la estima que tenemos por nosotros mismos, a través de comentarios
negativos. Pero, como se mencionaba anteriormente, esto no es hecho adrede.
Pero nos deja a merced del otro. A pesar de que el individuo de enfrente no
tenga intención (consciente) de manipularnos.
Entonces, podemos sacar en limpio que todos/as
tenemos momentos de inseguridad algunos/as más, otros/as menos (como en todo),
pero lo importante es DARSE CUENTA de esto, llevarlo al plano consciente. Y al
hablar de consciencia, me refiero a cuando nos percatamos de algo y nos hace
como un clic en la mente. Y, en ese
momento, digamos que tomamos conciencia de nosotros mismos, aunque sea un
ratito. Tomar consciencia de uno mismo sería como cuando estamos en un lugar al
que siempre soñamos llegar, o en unas ansiadas vacaciones y expresamos:
“Yo, acá, en este lugar. ¡Guauuuu! ¡¡¡Esto es
maravilloso!!!”
Espero
sepan percibir lo que quiero transmitir, ya que se comprende más con el alma
que con la mente, o con las 2 en conjunto, en su justa medida.
Bueno, entonces, viendo la inseguridad en la
que caemos, nos podemos dar cuenta de lo que genera en nosotros. Un ejemplo más
mental, sería como si fuésemos nuestro propio observador: Si nos viéramos desde
afuera de nosotros mismos, digamos, como si estuviésemos arriba nuestro y
fuésemos “la cámara” y la persona que está ahí sea otra. Difícil, porque habría
que despegarse de creencias, sentimientos y otras cosas propias. Pero créanme,
que es la mejor forma. De hecho, sabemos que es más simple aconsejar a los
demás que aplicar el propio consejo en nosotros mismos…
Seamos, entonces, la “cámara”. De esta manera,
si nos vemos desde más arriba de nosotros mismos (o sea, desapegándonos) y
hacemos de cuenta que “ese” (o “esa”) es otra persona, podríamos actuar con
mayor lucidez. Nada cuesta probar. Y ahí, tratar de recuperar la confianza, la
seguridad en uno mismo. Sin irse a los extremos de la soberbia y del “solo importo
yo”, claro está. Punto medio, como en todo ;-)