Este término lo aprendí hace 2 o 3 años. La resiliencia es
algo así como la capacidad que tenemos para afrontar las adversidades y
“resurgir” de ellas. ¿Por qué digo resurgir?
Porque a veces las adversidades nos superan y parece que nos caemos. Pero no...
siempre está la posibilidad de ser resiliente.
Esto es poder salir victorioso/a, o sea, superar la dificultad. Algo así como
un ave fénix, que resurge de las cenizas.
Me viene escribir en este momento porque creo estar pasando
por una situación similar, aunque la resiliencia no está terminada, hay que
seguir trabajando interiormente. Ojo: cuando yo pongo un ejemplo de mi vida no
es para “ponerme como ejemplo” sino más bien para ilustrar una situación con un
ejemplo práctico. De paso, aprovecho y no escracho a nadie más que a mí mismo
(tranquilos, ya me pedí permiso para publicar esto)...
Bueno, volviendo a lo que me pasó esta semana: el martes a
la noche, casi entrado el miércoles, me agarró un terrible dolor de estómago,
cosa poco usual en mí. Ni siquiera comí. Después, a la madrugada, lo típico:
vómito, gastroenterocolitis (vea que culto es uno), etc. Pero lo más llamativo
era la sensación de debilidad y los chuchos de frío. Con esto ya se fue la
cultura a la merd... También, al otro día se agregó fiebre. Yo quedé
descolocado con los síntomas. Pero solo en este momento, hoy, sábado 27 de
julio de 2013 a
las 02.40, termino de caer por qué pasó todo esto. Además, de entenderlo
medianamente y de unir situaciones.
Vengo actuando como una maldita máquina desde hace laaaaargo
tiempo, aunque creía que no era así. Creí que me mantenía en el trabajo
interno, pero de eso había muy poco. Todo era rutina y rutina. Ojo: si tenemos
“rutina”, así entre comillas, no está tan mal. Porque si simplemente la aceptamos
pero no nos la tomamos a pecho y además logramos desenchufarnos al terminarla,
todo bien. Pero cuando no nos damos cuenta y hacemos una rutina de lo que
hacemos después de la... rutina, entonces todo mal. Y no porque haya algo
escrito sobre cómo hacerlo, sino porque puede hacernos mal. A mí me afectó y
terminé pagando con el físico, como siempre ocurre. Aunque nada grave, verán
que ahora casi como que me estuviera riendo de eso, pero todavía recuerdo feos
momentos del organismo funcionando mal...
Para resumir y no aburrirlos más: muchas veces creemos que
todo esta “bien”, pero no. Y también pensamos que vamos a poder con todo y
hasta callar por no molestar y que no es represión. Pero si nunca largamos...
Las situaciones pasan,
por así decirlo. Pero si pasan, nosotros tenemos que ser inteligentes y
hasta héroes para tomar el mando y decir: yo lo tomo así. Y el “así”, dependerá
de nuestra decisión. Así que no jodamos con la suerte: eso realmente no existe.
Por lo menos, para quien cree en Dios Amor y un Universo lleno de bondades y
lógica.